REUS – REAL ZARAGOZA
(JORNADA 37, 7-V-2017)
SE ESBAFA EL EFECTO LÁINEZ
Una hora y media. 90 minutos. Esa es la duración, más el tiempo de
añadido, de un partido de fútbol. De ese periodo de tiempo, el conjunto
dirigido por César Láinez podría darse con un cantico en los dientes si
consigue dominar una sexta parte de este y no irse del encuentro. Pese a la
pájara que sufren cada jornada los jugadores blanquillos, desde la llegada de
Láinez se habían minimizado las terribles consecuencias del bajón físico. Esto
era posible gracias, en gran parte, al tino de cara a portería del pichichi
Ángel. Hoy tenían enfrente a uno de los conjuntos menos goleados de la categoría,
el Reus. A las órdenes de uno de los candidatos a ocupar el banquillo
zaragocista la campaña siguiente, Natxo González, el conjunto catalán trataba
de rehuir de los puestos de peligro y poder dar caza a su rival. Para volver de
tierras vecinas con un resultado positivo, Láinez introdujo la única novedad en
el once inicial de Samaras en lugar de Bedia.
El encuentro comenzó (y, por el bien de los zaragocistas, podía haber
acabado en ese instante) con ambición por parte de los visitantes. Una
combinación en el área rival entre Ángel y Lanzarote terminó con un disparo de
Isaac que se topó con un defensor. Y parad de contar. A partir de ese momento
el Real Zaragoza deambuló por el césped sin criterio alguno y a expensas del
rival. La escasa aportación de Samaras obligaba a los mediocentros Ros y
Zapater a hacer la tarea del griego además de la propia. Y Pombo, diferencial
otras jornadas, no conseguía alcanzar el nivel de juego mostrado. Este cúmulo
de circunstancias propiciaba que el Reus mandará sobre el campo. Sólo un claro disparo
de Ros que fue interceptado por la zaga rival y alguna jugada aislada creada
por un combativo Ángel impedían que el porcentaje de posesión de la escuadra
catalana fuese del 100%. Ratón salvó el primer gol tras una hábil intervención
en un disparo a bocajarro. Pero a la siguiente jugada, el equipo volvió a las
andadas. Querol, autor de cuatro de los seis goles en el desastre de Palamós,
volvió a mojar frente al conjunto aragonés. El esférico partió desde la banda
fatalmente defendida por Isaac. Ratón y Marcelo Silva no se entienden y
permiten que el balón llegue hasta el lateral del área chica. Ahí, Maior asiste
al palo contrario, donde Querol remata al fondo de las mallas ante la
desesperada entrada de Cabrera.
Ni aposta se puede defender peor. Eso es lo que, probablemente, pasó
por la mente de cualquier zaragocista que viera la jugada del tanto. Y ya no
sólo esa jugada, sino el partido del conjunto aragonés. Pero si en tareas
defensivas no se estaba cumpliendo, en labores ofensivas no se daban señales de
vida (a diferencia de otros partidos). Ni Pombo, ni Samaras, ni Lanzarote
aparecían por el campo. Con este percal se llegaba al intermedio. Láinez debía
de cambiar cosas para tratar de evitar que se repitiera el espectáculo visto
durante el primer acto.
Y el perjudicado por el mal partido del equipo fue Pombo. Si bien es
cierto que el canterano no estaba realizando un buen encuentro, la aportación
de Samaras se resumía en los paseos que se daba desubicado. Cani fue quien
relevó a Pombo y el de Torrero se posicionó por el centro. Pero hoy no era el día de los blanquillos. Y
ni la calidad ni el físico ayudaban en la causa. Lanzarote, de quien supimos su
presencia en el encuentro al leer la ficha técnica del encuentro (desaparecido
el extremo durante toda la contienda), dejó su puesto a Xumetra. Pero de nada
sirvió la vuelta del extremo a los terrenos de juego tras su lesión. De hecho,
estaba mucho más cerca el segundo gol de los catalanes que el empate de los
visitantes. Vitor, a la altura del punto de penalti y completamente sólo, pudo
sentenciar el encuentro, pero su disparo se fue desviado. En la recta final del
partido, Edu García sustituyó a Javi Ros, pero de nada serviría acumular
jugadores arriba. Los tres puntos iban a quedarse en feudo catalán y el partido
se podía resumir en una de las últimas acciones del encuentro: fruto de los
nervios, la impotencia y la desesperación, Cani fue expulsado por protestar
tras una entrada sobre el aragonés. Fue un partido en que no salió nada, en el
que todo salió del revés, y que terminó con una merecida victoria de los
locales.
Sólo es un mal partido más de los muchos que lleva el Real Zaragoza
durante la temporada. Lo normal de una plantilla tan mediocre. Hoy, además, se
ha juntado el hambre con las ganas de comer (mal en defensa, sin centro del
campo y con la pólvora mojada arriba). Se supone que con dos victorias más el
Real Zaragoza aseguraría su presencia la próxima campaña en Segunda División (a
lo que hemos llegado…). Cuanto antes se consigan, mucho mejor para evitar
posibles agobios futuros.
Primera ocasión para conseguir los tres primeros puntos, el próximo
viernes en La Romareda frente al Cádiz
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